Orar delante del Santísimo nos posibilita contemplar como en la Eucaristía está todo el sabor de las palabras y de los gestos de Jesús, el gusto de su Pascua, la fragancia de su Espíritu. El Cuerpo y la Sangre de Cristo nos recuerda que, en la fragmentación de la vida, el Señor sale a nuestro encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía. En el Pan de vida el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí. Porque la Eucaristía es el memorial del amor de Dios por nosotros, que es nuestra fuerza, el apoyo para nuestro caminar”.
1 Co. 11, 23-25
Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he trasmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis hacedlo en memoria mía.»
Athenas - Qué bien se está aquí
Oración
Señor mío Jesucristo,
que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor,
esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte:
creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada
y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho,
y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento,
por haberme concedido por mi abogada a tu amadísima Madre
y haberme llamado a visitarte en esta iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón
y deseo adorarlo por tres fines: el primero,
en acción de gracias por este insigne beneficio.
En segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias
que recibes de tus enemigos en este sacramento;
y finalmente, deseando adorarte con esta visita
en todos los lugares de la Tierra donde estás sacramentado
con menos culto y abandono. Amén.