Oración
Ayúdame, Señor, a ser fuerte,
A buscarte cuando más perdido me siento,
A no permanecer en el suelo cuando me he caído.
Ayúdame, Señor, a reconocer que tu gracia sobrepasa toda maldad,
Todo pecado, toda desgracia.
Ayúdame Señor, a buscarte, a seguirte,
A revestirme con todos los dones que me has dado
Y que todavía me falta reconocer.
Ayúdame, Señor, a abrirme a tu salvación,
A aceptar ese regalo tan grande
Que nos has dado a todos los que te amamos.
Ayúdame, Señor, a vencer mis tentaciones
Y a centrarme. Amen
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada uno de nosotros como creyentes, pero sobre todo es un “tiempo de gracia”. Es una gran oportunidad para descargarnos la Palabra en nuestro corazón y dejar que ella actualice nuestra vida, nuestras actitudes y nuestra relación con Dios. Cuarenta días en los que seguir soñando con algo grande y apostando por Cristo.
Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos;de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres;os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu
ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido;y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Hijo Pródigo - Hna Glenda -