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El camino de Santiago es una experiencia personal, porque cada uno sale con lo que es, lo que tiene, a recorrerlo; cada uno se pone en marcha con sus interrogantes y sus deseos, con sus energías y capacidades, con su fe y sus problemas y espera encontrar algo para su propia situación. En el camino se vive una experiencia que deja huella y que transforma desde dentro, se está abierto, con los ojos, el oído y el corazón, para dejarse transformar por él.

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Oración

Aunque hubiera recorrido todos los caminos,

Cruzado montañas y valles desde Oriente hasta Occidente,

si no he descubierto la libertad de ser yo mismo

no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera compartido todos mis bienes 

con gentes de otra lengua y cultura,

hecho amistad con peregrinos de mil senderos

o compartido albergue con santos y príncipes,

si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino,

no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera cargado mi mochila de principio a fin

y esperado por cada peregrino necesitado de ánimo,

o cedido mi cama a quien llegó después,

y regalado mi botellín de agua a cambio de nada,

si de regreso a mi casa y mi trabajo

no soy capaz de crear fraternidad y poner alegría, paz y unidad,

no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera tenido comida y agua cada día,

y disfrutado de techo y ducha todas las noches,

o hubiera sido bien atendido de mis heridas

si no he descubierto en todo ello el amor de Dios,

no he llegado a ningún sitio.

Aunque hubiera visto todos los monumentos

y contemplando las mejores puestas de sol;

Aunque hubiera aprendido un saludo en cada idioma,

o probado el agua limpia de todas las fuentes,

si no he descubierto quién es el autor de tanta belleza gratuita

y tanta paz no he llegado a ningún sitio.

Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos

buscando y viviendo según lo aprendido;

Si a partir de hoy no veo en cada persona,

amigo y enemigo, un compañero de camino;

Si a partir de hoy no reconozco a Dios, el Dios de Jesús de Nazaret, como el único Dios de mi vida no he llegado a ningún sitio

Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

Caminando - Musikito - Ft. Anna Cano 

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